sábado, 5 de diciembre de 2015

CYRILL CONNOLY Y LA GLOTONERÍA ESTÉTICA. A partir de mis diarios



La lectura de una novela policial inconclusa de Cyrill Connoly -“Ampara estos laureles”- con un capítulo final escrito por su amigo Peter Levi, poeta y alguna vez jesuita (1), me lleva a releer esta mañana, casi al despertar, algunas entradas de “La tumba sin sosiego”; que no era “tan” un libro de cabecera como creía recordarlo.

 Y pensar -más allá de Connolly- que antes, mucho antes, lo había sido, casi literalmente, “Otras inquisiciones”; libro que, sospecho, no podría hoy siquiera hojear sin sentir escalofríos.

 No es el caso o no lo es de tal manera con respecto a The Unquiet Grave. Donde el autor inicia su juego estético enmascarándose en el alter ego de Palinuro, el timonel de la nave comandada por Eneas en el poema épico de Virgilio (2) Quien fuera entregado muerto a las aguas jónicas cerca del promontorio que desde entonces lleva su nomen; donde ahora la Campania se roza con la Lucania y muy cercano a los lares de los Faretta. Estas simetrías arcanas seguramente también nos conducen a ciertos autores y libros, a personas y personajes y a lugares que han trazado unos lazos, que la Providencia teje en su bastidor infatigable, hasta llegar a nuestra propia textura anímico-espiritual.